Enrique Cervera

Pues sí, otro blog de Comunicación

Tres ideas con el enemigo a las puertas

Los socialistas tienen uno menos de 40 días para afrontar las elecciones andaluzas. Sin ninguna duda, el desavío ya está hecho, pero alguien debería tomar la determinación de aprovechar este tiempo, que puede dar más de lo que parece, si se afronta con determinación, generosidad, humildad  e inteligencia. Además, no les queda otra. Yo les dejo tres ideas para dejar al enemigo en las puertas.

  1. Pedir perdón. Sí, es lo que se suele hacer cuando uno hace algo mal, daña a alguien aunque sea sin querer o defrauda las expectativas generadas. Ante el espectáculo de las últimas semanas, lo del ruido de la democracia es una verdad que no puede esconder otra mayor: que los socialistas se han olvidado de los ciudadanos y la han emprendido a garrotazos entre ellos. Si la crisis de Sevilla podía resolverse cambiando a Carmen por Carmen y al 7 por el 9 (con todo el respeto y afecto a los cuatro, no creo que hayan conmocionado al electorado, la verdad), entonces nunca tenía que haberse producido. Si aún piensan que quien tiene que pedir perdón es el de enfrente, entonces es que no han aprendido nada. Un dirigente cabal como Antonio Hernando ha reconocido que este lío perjudica mucho a los socialistas. Si nadie del PSOE andaluz pide perdón y admite un error  tan manifiesto, se extenderá la sensación de que a las primeras de cambio volverán a repetirlo. Sólo faltan 39 días para la cita con las urnas: yo no perdería ni un minuto más.
  2. Aux armes, citoyens. Con el enemigo a las puertas (y es sólo una forma de hablar, en una democracia sólo hay rivales), en las almenas de la ciudadela socialista no puede haber tiradores inexpertos, ni gente muy respetable pero a la que le den miedo las balas (o la velocidad que llevan, tanto da), ni personas que carecen de las dotes de liderazgo, capacidad de persuasión y prestigio que se necesita en toda batalla política y mucho más en las decisivas. Lamentablemente, las listas se han hecho más pensando en el congreso pasado (y en los que han de venir) que en lograr la adhesión de los ciudadanos. Pese a ello, en la war room del PSOE, alguien debería tomar la decisión de reunir, de dentro y de fuera de las listas, a los siete u ocho dirigentes más capaces, más auténticamente respetados entre la militancia y más prestigiados ante la sociedad y hacer de ellos los portavoces de la campaña, gente capaz de convertirse en catalizadores de la respuesta socialista, hasta donde ésta pueda llegar.
  3. El programa oculto no puede ser el del PSOE. Claro que el PP con sus primeras medidas en el Gobierno, y sobre todo con ese desparpajo –los elegantes dicen cinismo– de hacer lo contrario a lo prometido, están dejando munición que pueden emplear los socialistas. Pero eso no basta, precisamente porque el PP justifica tales medidas con su supuesta inevitabilidad y con la herencia recibida, la losa de los cinco millones de parados. Por eso el PSOE, si quiere recuperar algo del terreno perdido, tiene que proponer algo distinto, generar ideas propias, vínculos que enlacen con el electorado progresista, que no olvidemos es ampliamente mayoritario en Andalucía, como reflejan todas las encuestas. Nada de un programa denso y esclerotizado, que a estas alturas de la batalla nadie leerá (si es que alguna vez eso se ha hecho). Al contrario, seis ideas, sólo seis ideas fuerza nacidas de la cabeza y del corazón para seis semanas de campaña, seis aldabonazos dirigidos a los núcleos esenciales de sus votantes, media docena de mensajes claros, mirando a los ojos de los ciudadanos y no al ombligo propio.

(Y sí, claro que se puede)

 

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Pistas para leer las encuestas

Tal vez para algunos resulte paradójico el resultado de las últimas encuestas y más concretamente de la que hoy mismo publica El País según la cual, pese a comenzar a percibirse un cierto deterioro del PP, sin embargo aumenta la brecha con respecto al PSOE, que continúa su descenso a un ritmo superior al de los conservadores. Hay algunas claves que nos permiten entender la situación.

Clave 1: El efecto derrota. Al conocerse el resultado del último sondeo del CIS, Alfredo Pérez Rubalcaba reaccionó subrayando que por primera vez un partido (el PP) retrocedía en la primera encuesta tras ganar unas elecciones. Eso es tan cierto como que el PSOE retrocede aún más, como consecuencia del previsible efecto derrota, algo perfectamente comprensible y esperable en un partido desalojado del poder tras ocho años de mandato. El PSOE, además, se encontraba en la fase final del ciclo político capitaneado por Rodríguez Zapatero y se ha visto abocado a un proceso congresual a cara de perro, lo cual, inicialmente, habrá contribuido a la desorientación y zozobra de su electorado. Claro que ya escampará, pero aún falta.

Clave 2. El pastor cuida su rebaño (y alimenta la moral de su electorado). Las encuestas reflejan una gran solidez del electorado del PP, algo natural tras la reciente y anhelada victoria (aunque haya tenido casi que caerse el mundo para que Rajoy lo logre), pero además éste lo mima con medidas que le hacen celebrar su victoria a la espera de que lleguen las vacas gordas económicas (si es que llegan). En efecto, la gran bandera electoral del PP fue la recuperación de la economía, pero eso no le está impidiendo que gran parte de sus ministros se apresten desde el minuto uno al desmontaje de avances sociales en materia de aborto (retrotrayendo la situación legal a la de hace 27 años), educación para la Ciudadanía o la píldora del día después (anunciando un informe técnico que, ya lo verán, se traducirá en que si te se rompe un preservativo, pues se siente). Se trata de una política perfectamente previsible por parte de un partido sólo formalmente aconfesional como el PP y que, a la vez, contrasta con la actitud timorata de los últimos años de ZP en el Gobierno, cuando creyó que podría sobrevivir políticamente sin mantener la complicidad de su electorado. Un error que el PP no está cometiendo (ni cabía esperar que cometiera).

Clave 3. La batalla de Despeñaperros. Las encuestas reflejan una evidencia, también perfectamente previsible: la maquinaria electoral del PP no se ha permitido un minuto de descanso porque el epílogo electoral que resta es de los que hacen época, la conquista de Andalucía. El candidato Rajoy, que hoy sería registrador de la propiedad si el candidato Arenas no le hubiera apoyado tras su segunda derrota en 2008, dijo en campaña electoral que haría todo lo que hiciera falta para que el PP gane en Andalucía, tras 30 años de frustración. Eso incluye retrasar todo lo posible el gran tajo a las políticas sociales, que por increíble que parezca aun no se ha producido.

Nada nuevo bajo el sol pero relevante de cara a las autonómicas de marzo pues algunos cálculos socialistas (más que eso, voluntaristas) se basaban en un fenómeno hasta ahora inédito: un deterioro súbito y vertiginoso del PP, un partido que acaba de formar gobierno, una no menos rápida cristalización de ese descontento y un desplazamiento del voto en sentido contrario (hacia el PSOE). La lógica de las cosas apunta a que un proceso parecido a ese se terminará produciéndose, pero queda la duda de la velocidad a la que lo haga, lo cual dependerá de tres factores: lo que haga el PP, lo que haga el PSOE y ese pequeño cúmulo de detalles que llamamos “los acontecimientos”. Ay, los acontecimientos.

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