Quienes nos hemos dedicado al oficio de intentar atrapar en una frase o incluso en una sola palabra un concepto complejo, que además resulte sonoro y que la gente tienda a repetir y propagar (ahora lo llaman viralidad) sabemos de la dificultad de este empeño, que en no pocas ocasiones alumbra una pamplina (véase la retahíla, parece que interminable, de González Pons, por poner un ejemplo preclaro, aunque no único). Tan complicado es, que hay quien, con notoria sagacidad, ha tirado por el camino de en medio y en vez de buscar una frase o palabra emblemática, considera que una pequeña y sencilla historia puede cumplir mejor esa tarea (se llama storytelling y hay quien se hace rico con eso, abundando también la chorrada, la verdad).
Por eso no deja de llamar la atención la capacidad de algunos para saltar la barrera mediática y demostrar sus dotes comunicativas. Por ejemplo , el responsable de Economía y Política Financiera de la CEOE, José Luis Feito, y el Jefe Superior de Policía de Valencia, Antonio Moreno, dos personas que, justo es reconocerlo, han triunfado en lo suyo, pues de lo contrario el primero estaría de contable en una empresa con problemas y el segundo en la inspección de Guardia de la comisaría de Dancharinea. Ambos, además, han demostrado ser, permítaseme el símil futbolístico, dos espléndidos rematadores, con golazos es verdad que en propia puerta, detalle éste en que sólo repararán los envidiosos.
Por supuesto que las declaraciones de ambos merecen análisis de más enjundia. Por ejemplo, lo que podríamos llamar el “Efecto Laponia” resume en dos palabras la avanzada y sutil concepción de las relaciones laborales que alberga parte de nuestra patronal, escuela, por cierto, de la que salió en su día el muy sonriente ministro Montoro. De Antonio Moreno, en fin, hemos sabido con una sola palabra (“el enemigo”) cuál es su concepción del orden público democrático y su manera de entender y gestionar lo que en el peor de los casos es una simple colisión de derechos (el de circular y el de manifestarse), que no suele resolverse arrastrando de los pelos a jovencitas o empujándolas de dos en dos contra vehículos en marcha. Penoso.
Pero quisiera aprovechar la ocasión para poner de relieve el indudable peligro que tiene poner (o dejar que salte al ruedo, cual maletilla embravecido) de portavoz a quien no reúne las más elementales características para ello. Peligro y coste en términos de opinión pública, que es tanto como hablar de pérdida de prestigio, influencia y capacidad de persuasión. En este caso, a la patronal y al Gobierno.
A la CEOE porque con el Efecto Laponia se le ha visto el pelo de la dehesa, que es lo mismo que decir que tras su discurso por la eficiencia económica y por la creación de empleo, se esconde una brutal insensibilidad social: o tragas o a Laponia. Una imagen terrorífica también para el Gobierno del PP, al que no hace falta estar muy listo (ejem) para asociarlo a quienes tanto le aplauden.
Y en el caso del Jefe Superior de Policía de Valencia lo que ha aflorado es su tosquedad policial, propia de quien está acostumbrado a hablar a agentes uniformados y menos o nada a la opinión pública a través de los medios de comunicación. Poner a este señor, desprovisto de su uniforme, ante los periodistas ha sido un error de Manual, que ha multiplicado por cien el efecto político y mediático de la actuación policial. Se lo tiene merecido la Delegada del Gobierno en Valencia, que puso a dar la cara al Jefe de Policía para que no se la partieran (mediáticamente hablando, por favor) a ella, que es la responsable de una actuación policial que no fue ni proporcional, ni congruente ni necesaria.
Error sobre error del Gobierno, que se suman a las declaraciones de la Delegada del Gobierno en Madrid, advirtiendo que el ministro Rubalcaba no cumplía la ley y ella sí lo hará impidiendo (a porrazos, se entiende) nuevas concentraciones en Sol. Errores de comunicación que han dejado ver, posiblemente mucho antes de lo que pretendía el Ejecutivo, la decisión del Gobierno de meter al país en cintura y que acepte sin rechistar la política de recortes. Se han lucido.