Enrique Cervera

Pues sí, otro blog de Comunicación

El CIS, la espuma y las corrientes

Instalados, tradicionalmente instalados en la desconfianza hacia las encuestas, los encuestadores, la madre de los encuestadores y desconfiando hasta de los encuestados (basta ver que el recuerdo de voto a menudo no se parece al voto realmente depositado con anterioridad), muchos acogieron el sondeo hecho público el jueves por el CIS con una mezcla de escepticismo y prevención. Para algunos, insufla ánimos a los socialistas, a los que sin duda puede espolear la sola idea de ver el balcón de la calle San Fernando, sede del PP andaluz, atravesada por la Amargura de la Cuarta Derrota (disfrazada de victoria moral). Para otros, sin embargo, la encuesta azuzará el hartazgo hacia 30 años de gobiernos socialistas y estimulará el voto hacia el PP para echar al PSOE, y en todo caso evitar un gobierno de coalición con “los comunistas”.

Puede ser una cosa o la otra. O a lo mejor ambas y lo que resta por decidir es cuál de las dos magnitudes enfrentadas resultan más decisivas el día de las elecciones.

En Andalucía, a la general desconfianza a los sondeos se suma un aspecto puramente técnico: con ocho circunscripciones en juego y al menos tres partidos en liza –quizás hasta cinco en algún caso– con posibilidades de obtener diputados, los restos (que al final atribuyen un escaño y así hasta ocho) son en ocasiones muy reducidos. Ello hace que sea más difícil de detectar en las encuestas (y más cuando, como sucede ahora, no hay un duro para hacerlas especialmente fiables, salvo excepciones). Así, el sondeo electoral del CIS anterior a las elecciones de 2008 acertó de pleno en el porcentaje de votos de PSOE y PP y sin embargo, erró notablemente en la atribución de escaños, pues pronosticó tres más a los socialistas (les atribuía 59) y cinco menos al PP (les predijo 43). Putos restos, sí (o putos mayas, vaya ud. a saber)

Pero más allá de la morbosa atribución de escaños, en la encuesta dada a conocer hace un par de días hay elementos de fondo que conviene tener en cuenta. Y estos elementos conforman dos corrientes de dirección contraria, que emergerán en las urnas el día 25. Veámoslas grosso modo.

Corriente contra el PSOE: Más allá de las causas (la crisis, el cambio de liderazgo, la división interna, los Ere, los 30 años de gobierno), parece evidente que el principal obstáculo del PSOE es el deseo de cambio. Hace cuatro años, en el mismo sondeo del CIS, había prácticamente empate entre los que querían cambio de gobierno (39,2%) y los que querían que siguiera el mismo partido (39,6%), dato perfectamente coherente con el hecho de que el PSOE obtuviera luego prácticamente la mitad del voto en urna. Ahora, sin embargo, a la misma pregunta, prácticamente el doble de los encuestados (52,3% frente el 26,3%) apuesta por el cambio.

En efecto, es la ola, que viene de lejos, pero esa ola tiene que tocar tierra, pasar la prueba de fuego del día 25 de marzo. Y aunque en la superficie sólo se aprecie la espuma blanca que se suele hacer en torno a los vencedores (en todos los ámbitos imaginables), existe otra corriente más profunda en dirección contraria, con múltiples vectores.

Corriente contra el PP: El partido al que todas las encuestas dan como ganador no sólo no arranca entusiasmos, sino que ni siquiera es el preferido en casi ningún ámbito. Para empezar, los ciudadanos ubican al PP en una nítida posición de derecha (en un 7.67 donde el 10 es la extrema derecha) mientras que al PSOE lo sitúan en el entorno del 4.27, mucho más cerca de las zonas templadas y de centro izquierda donde se autoubica la gran mayoría. Tal vez esto explique que el PSOE resulte, pese a las múltiples adversidades que está sufriendo (incluidos los errores no forzados), mejor valorado que el PP en prácticamente todas las comparativas (mejor defiende los intereses de Andalucía; mejor representa sus ideas; genera más confianza, tiene mejores líderes y está más capacitado). En realidad, el PP sólo aventaja al PSOE en la pregunta “quién está más unido”, circunstancia que debería hacer reflexionar a los socialistas sobre la brillante idea de celebrar un congreso federal (en el que inevitablemente habrían de saldarse las cuentas de la derrota en las generales) en vísperas de las elecciones andaluzas.

El PP ni siquiera es el partido que despierta más simpatías (20,9 frente al 37,2 del PSOE) y su líder, Javier Arenas, tampoco es capaz de superar en valoración a la ya escasa que alcanza Griñán, vapuleado por el efecto de la crisis y que, sin embargo, aventaja al popular (4.54 frente a 4.23 en valoración).

Aunque puedan parecer datos paradójicos con la estimación general de voto (ya hemos hecho consideración sobre la dificultad de acertar al 100% en la atribución de escaños provinciales) no tienen por qué ser contradictorios. Quienes piensen (otra vez, ahí está la terca hemeroteca) que todo está hecho, confunden los deseos con la realidad, que siempre es mucho más compleja. La propia campaña que acaba de empezar influirá tal vez poco, pero un poco puede ser mucho (y ya se sabe que un descuido le cuesta la vida al artista, y no señalo a nadie).

Y no olviden mi viejo adagio, que dista de ser científico: la gente, cuando vota, tiene muy mala leche.

 

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Hipótesis un poco envenenadas

Comienza esta noche la campaña electoral en Andalucía. Por fin una campaña electoral centrada en la Comunidad (“veremos”, dijo el ciego). Las campañas electorales son siempre una fiesta, la de la democracia. Lo que pasa es que tras la fiesta, algunos conservan buenos recuerdos, a otros les dura la resaca unos pocos de años y alguno más hasta tienen que quedarse a recoger los restos. Les propongo dar una patada a seguir (rugby) o simplemente un “voleón” (fútbol de barrio) e imaginarnos cómo podemos amanecer el lunes 26 de marzo. Les dejo un catálogo de hipótesis un poco envenenadas para ese día:

Hipótesis envenenada 1: El PSOE gana por mayoría absoluta. Resultado: al PP le da un soponcio. Y al PSOE otro. La salud es lo primero así que vayamos a otra cosa. Además, ya les dije un día que no creo en los gnomos. En todo caso, en esta hipótesis –revalidar la mayoría absoluta obtenida en 2008, para sí la hubiera querido ZP–, el PSOE-A podría pensar que el camino trazado últimamente es el correcto.

Hipótesis envenenada 2: El PSOE gana sin mayoría absoluta pero frena al PP en seco. Resultado: El PSOE podría gobernar en solitario, apoyándose puntualmente en IU, que sería menos necesaria. Griñán vería reforzada su posición al demostrarse que separar las elecciones andaluzas de las generales fue una buena idea, gentes de poca fe. Arenas podría estar otros cuatro años diciendo que vale, pero que él siempre mejora los resultados (ministro de Rajoy para Navidad).

Hipótesis envenenada 3: El PSOE pierde pero puede gobernar con IU. Resultado: la derecha clama contra un gobierno socialcomunista, denuncian fraude político y anuncian que Sánchez Gordillo, alcalde de Marinaleda, será consejero de Innovación, lo del gusano en la manzanita se quedará en nada (ya explicaremos esto último a los más jovencitos). Se buscan Tamayo y Sáez, razón aquí. Expectación planetaria ante la estabilidad del Gobierno Griñán: si con mayoría absoluta ha cambiado el Gobierno cada seis meses, con IU haciendo asambleas en el patio de las Cinco Llagas antes de cada votación parlamentaria, esto puede ser ‘le nombre de la chèvre’. Alguien en el PSOE debería pensar si de verdad van por el buen camino. Y atreverse a plantearlo.

Hipótesis envenenada 4: PSOE e IU suman mayoría absoluta, pero IU se pone extremeña y nanay. Resultado: los peligrosos bolcheviques que en la ‘hipótesis envenenada 3’ convertirían a Andalucía en Cuba (o Corea del Norte, que es más fea) ahora son ejemplos de la izquierda grande y libre que soñara Julio Anguita. Sánchez Gordillo es entronizado como líder insobornable que dio la puntilla a la socialdemocracia corrupta. Alguien en el PSOE debería advertir contra la tentación de no dejar que los árboles (la actitud de IU, que realmente no da para mucho más) impidan ver el bosque: que los socialistas habrían dejado de ser el gran partido de los andaluces, por méritos propios.

Hipótesis envenenada 5: El PP podría gobernar con el apoyo de algún diputado de UPyD y/o del PA. Naturalmente que lo harían, no merece mayor comentario, su supervivencia política depende de eso. Alguien en el PSOE debería pensar que si el PP no ha sacado mayoría absoluta en medio de la catástrofe, un buen Partido Socialista podría volver a ganar dentro de cuatro años, como el PP logró en Galicia con Núñez Feijoo. He dicho un buen Partido Socialista.

Hipótesis envenenada 6: El PP continúa la escalada ascendente, empujada por la necesidad de cambio que reflejan las encuestas y amplía la ventaja hasta alcanzar la mayoría absoluta. Resultado: enhorabuena a los premiados. Alguien en el PSOE debería ponerse a pensar. Lo que fuera. Y rapidito.

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